La hipertensión en el embarazo continúa siendo un problema mayor de salud perinatal en todo el mundo. Es una de las mayores causas de prematurez, mortalidad perinatal y figura además entre las primeras causas de muerte materna, tanto en países industrializados como aquellos en desarrollo.
La presión arterial elevada puede estar presente antes del embarazo, aunque sólo en un pequeño porcentaje de casos se desarrolla durante el mismo.
Pero también puede pasar que se deba al embarazo (hipertensión gestacional), ya que durante la gestación el sistema circulatorio sufre alteraciones. El denominador común del grupo heterogéneo de enfermedades hipertensivas del embarazo es el aumento de la presión arterial igual o mayor a 140/90 mmHg.
Tipos de hipertensión durante el embarazo
- Preeclampsia: Trastorno potencialmente serio tanto para la madre como para el feto, se caracteriza por una subida de tensión ocasionada por el embarazo y la presencia de proteínas en la orina. Afecta a un 15% de mujeres embarazadas, pero si se detecta a tiempo puede controlarse y disminuir sus riesgos. Por lo general, se desarrolla después de las 20 semanas de embarazo y desaparece después del parto. En los casos más graves deriva en eclampsia, cuando la hipertensión se acompaña de convulsiones y/o coma.
- Hipertensión gestacional: Conocida como hipertensión inducida por el embarazo o hipertensión transitoria. Este tipo de hipertensión se desarrolla después de las 20 semanas de embarazo y desaparece después del parto. Aunque las mujeres con hipertensión gestacional no tienen proteínas en la orina, algunas de ellas desarrollan preeclampsia en una etapa posterior del embarazo. Las posibilidades de tener preeclampsia son del 50% si se desarrolla hipertensión gestacional antes de las 30 semanas. Si se desarrolla después de las 36 semanas de gestación, la hipertensión en general es moderada.
- Hipertensión crónica: Así se denomina a la presión arterial alta diagnosticada antes del embarazo o antes de las 20 semanas de embarazo: la madre ya era hipertensa. Como su nombre indica, este tipo de hipertensión no desaparece después del parto. La mayoría de las veces corresponde a hipertensión arterial esencial en el 90% de los casos que es de causa desconocida y sólo el 10% de los casos es secundaria a otra enfermedad como diabetes, enfermedades renales, cardíacas y enfermedades autoinmunes, entre otras.
- Hipertensión crónica con preeclampsia: Aproximadamente el 25 por ciento de las mujeres con hipertensión crónica también desarrolla preeclampsia. Se da con más frecuencia en mujeres multíparas y se caracteriza por producir hipertensión arterial severa y aumento del ácido úrico en sangre. Este cuadro hipertensivo es peligroso ya que puede presentar convulsiones, daño renal y daño hepático, como también trombocitopenia (disminución en las plaquetas).
¿Se pueden medicar las embarazadas con hipertensión?
Si una mujer tiene una presión arterial ligeramente alta, se medica y está intentando quedar embarazada o descubre que ya lo está, habitualmente el médico suspende el tratamiento farmacológico que está siguiendo, ya que podría haber riesgo de que los fármacos aumenten la morbilidad y la mortalidad del feto.
En caso de que la presión arterial sea moderadamente alta, en general debe continuar tomando los fármacos antihipertensores. Sin embargo, algunos de los fármacos que son seguros para la mujer pueden lesionar al feto, por lo que el especialista revisará la medicación, ya que hay determinados fármacos más apropiados durante el embarazo. Cada mes, es necesario realizar un análisis para conocer el funcionamiento renal, y el crecimiento del feto se controla con ecografías.
Las mujeres embarazadas con una hipertensión arterial grave necesitan cuidados especiales y un control riguroso, incluso la hospitalización durante la segunda mitad del embarazo. El embarazo puede empeorar en gran medida la hipertensión y en la madre provocar hinchazón del cerebro, hemorragia cerebral, insuficiencia renal, insuficiencia cardíaca e incluso la muerte. Para el feto también existen riesgos graves como el desprendimiento prematuro de la placenta de la pared uterina (abruptio placentae: el suministro de oxígeno y de nutrientes que recibe el feto se interrumpe y éste puede morir). Aunque la placenta no se desprenda, la hipertensión puede reducir el suministro de sangre que recibe la placenta y retardar el crecimiento fetal.
Es necesario un buen control gestacional para prevenir los riesgos que supone sufrir hipertensión durante el embarazo, y en la medida de lo posible llevar unos hábitos saludables desde antes de lograr el embarazo para no sufrir la enfermedad cuando no se padece de manera crónica.
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